LEYENDA AUSTRALIANA
Tiddalik la rana glotona
Tiddalik
era una rana australiana gigante, tan grande que hacía temblar la
tierra a su paso. Era una muy glotona y malhumorada, tanto que cuando se
enfadaba podía hacer caer hasta
una montaña.
Un día se levantó de muy mal genio... y con mucha sed. Por eso, decidió buscar algo de beber. Así, empezó por beberse un lago, ¡pero éste se terminó muy rápido y como más sed tenía, más se enfadaba Tiddalik!
Un día se levantó de muy mal genio... y con mucha sed. Por eso, decidió buscar algo de beber. Así, empezó por beberse un lago, ¡pero éste se terminó muy rápido y como más sed tenía, más se enfadaba Tiddalik!
Siguió bebiendo y bebiendo, primero un río... ¡luego un
mar! y finalmente, ¡un océano entero hasta que no quedó ni una gota de agua en
toda la tierra! Después de todo lo que había bebido, se sintió cansada y fue a tumbarse.
Pero lo que había hecho Tiddalik creó un enorme problema. Los animales de la tierra empezaron a desesperarse, ¡ya que sin agua no podían vivir y empezaban a acabársele las fuerzas! Para buscar una solución, se reunieron todos y decidieron ir a pedirle buenamente a Tiddalik que les devolviera el agua que tenía en su barriga, ¡pero ella estaba dormida!
Lo intentaron el canguro, el dingo y la cacatúa, pero ninguno de ellos consiguió que Tiddalik abriera los ojos y cambiara de opinión. Entonces, la pequeña comadreja dio una gran idea al grupo:
- ¡Ya śe lo que hay que hacer! ¡Tenemos que hacer reír a Tiddalik! - dijo entusiasmada – si conseguimos que ría sin parar, toda el agua de su barriga saldrá.
Con esa idea, todos los animales muy animados se fueron a ver a Tiddalik. Casi no tenían fuerzas porque estaban muertos de sed y les hacía mucha falta la energía que les daba el agua, pero hicieron un gran esfuerzo para hacer reír a la rana: las cacatúas contaron chistes, los canguros hicieron unos saltos de circo, el lagarto puso sus caras más graciosas y sacó la lengua… Pero todo fue inútil, Tiddalik ni siquiera abrió un ojo.
Pero lo que había hecho Tiddalik creó un enorme problema. Los animales de la tierra empezaron a desesperarse, ¡ya que sin agua no podían vivir y empezaban a acabársele las fuerzas! Para buscar una solución, se reunieron todos y decidieron ir a pedirle buenamente a Tiddalik que les devolviera el agua que tenía en su barriga, ¡pero ella estaba dormida!
Lo intentaron el canguro, el dingo y la cacatúa, pero ninguno de ellos consiguió que Tiddalik abriera los ojos y cambiara de opinión. Entonces, la pequeña comadreja dio una gran idea al grupo:
- ¡Ya śe lo que hay que hacer! ¡Tenemos que hacer reír a Tiddalik! - dijo entusiasmada – si conseguimos que ría sin parar, toda el agua de su barriga saldrá.
Con esa idea, todos los animales muy animados se fueron a ver a Tiddalik. Casi no tenían fuerzas porque estaban muertos de sed y les hacía mucha falta la energía que les daba el agua, pero hicieron un gran esfuerzo para hacer reír a la rana: las cacatúas contaron chistes, los canguros hicieron unos saltos de circo, el lagarto puso sus caras más graciosas y sacó la lengua… Pero todo fue inútil, Tiddalik ni siquiera abrió un ojo.
Entonces fue cuando apareció la anguila, pidiendo que le dejaran probar su estrategia. Empezó a moverse por encima de la rana, arriba y abajo, muy rápido y dando vueltas. ¡¡De repente, Tiddalik empezó a reírse un poquito, y cada vez más fuerte, hasta que un chorro de agua empezó a salir de su boca!!
Los animales vieron cómo gracias a las cosquillas de la anguila, Tiddalik sacó toda el agua, ¡pudiendo todos volver con su vida y recuperar las fuerzas!
Es por eso, que ahora los nativos australianos miran las ranas en el río, y si beben mucha, mucha agua, es porque se acerca una época de sequía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario